Acorde al programa nos correspondía una clase más de
movimiento y para esta debíamos llevar nuestras ya terminadas máscara, íbamos
todos listos y dispuesto a seguir moviéndonos a pesar del dolor de brazo producto de la vacuna recién puesta a
varios de nosotros. La clase inició con el ya conocido desplazamiento a través
de la sala, posterior a esto la profesora dejó salir para darle una “Tarea especial” a algunas de nuestras compañeras que
no se sentía muy bien como para moverse y al resto que los mortales que
continuamos en la sala se nos indico una serie de movimiento para soltar un
poco el cuerpo, dejar caer nuestro peso hacía adelante, levantar los brazos muy
alto, entre otro, todos estos movimiento guiados por la profesora en una dinámica
de imitación.
Posterior a lo anterior el curso fue dividido en dos, ya que
la profesora expresó que con la cantidad de personas que éramos ella no podía
realizar su clase de forma eficiente. De modo que aquellos que deseaban seguir moviéndose
un poco más tendrían que seguir dentro de la sala con la profesora y aquellos que quisieran trabajar con sus
máscaras debían salir y se les designaría una nueva tarea.
Verdaderamente yo quería seguir moviéndome pero al ver que los limitados cupos ya estaban llenos tomé
mi mascarita y salí, la tarea de nosotros era más bien confusa, debíamos
improvisar una sesión de movimiento para presentar a nuestros compañeros y
teníamos un tiempo para “practicar nuestra improvisación”, para ponernos de
acuerdo. Algo desorientados por las curiosas
indicaciones de la profesora comenzamos a dar algunas ideas, mientras a la vez
éramos testigo de cómo nuestros compañeros tenían una verdadera clase de
movimiento la cual incluía música, un ejercicio
con unas telas enormes, y muchas risas. Tratando de ordenarnos un poco
comenzamos a conectar las ideas para poder crear alguna presentación, cosa que
no fue del todo efectiva ya que minutos antes de la presentación todavía habíamos
algunos que no sabíamos muy bien a que habíamos llegado, pero a pesar de esto
logramos presentar nuestra preparada improvisación.
Nuestros compañeros de la clase de movimiento también nos
presentaron su trabajo que se componía de música y movimientos corporales, en
los cuales se iban incorporando gradualmente a medida que avanzaba la canción,
la presentación fue divertida y tanto ellos como nosotros los espectadores disfrutamos.
Terminado eso nos tendimos en el suelo y vimos entrar a nuestras compañeras que
habían salido anteriormente con instrumentos en sus manos, esta vez sólo teníamos
que cerrar los ojos. Al estar todos en silencio y con los ojos cerrados los
instrumentos comenzaron a sonar de a poco por distintos lugares de la sala,
recuerdo haber escuchado el triangulo, una campanita, unos platillos pequeños,
el bongo, pero lejos lo que más recuerdo era el que reprodujeron arrugando unos
papeles de celofán, en ese momento realmente salí de la sala y me transporté. Creo
que esta ha sido una de las actividades logradas con contundente e indiscutible
éxito, fue toda una experiencia.
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