miércoles, 5 de junio de 2013

Como trozos de diarios guardan aveces pedacitos de vidas

Durante la semana la profesora nos envió un mail indicándonos que para esta clase el curso debía dividirse en tres grupos, el primer grupo debía llevar mucho diario (mucho, mucho) para así poder realizar la clase pertinente. Todos llegamos a la clase sin saber que era lo que nos esperaba, ya que clases anteriores sabíamos más o menos a lo que nos enfrentábamos, esta vez no teníamos idea.
Una vez iniciada la clase se le indicó a aquellos  23 primeros  compañeros en la lista sentarse en el suelo al centro de la sala en círculo donde un cerro de diarios los esperaba. El resto de nosotros, expectantes, estábamos sentados en un circulo mucho mayor pegado a la pared en nuestras respectivas sillas  y efectivamente esa iba a ser el rol que debíamos cumplir en esa clase, de espectadores.
Luego de una pequeña introducción por parte del profesor Félix en la que se nos recalcó  como en el inicio del curso, que uno de los objetivos de este era el de auto-conocimiento, porque no  podíamos brindar ayuda a personas, sin antes conocernos a nosotros mismos. Después de esto llegamos al meollo del asunto, la actividad consistía en recrear solamente con diario y scotch  un objeto que representara aquella persona que más había influido en cada una de sus vidas, luego del silencio prolongado propio de un momento de reflexión, los chiquillos se pusieron manos a la obra.
Creo que a pesar de que no todos éramos protagonistas de la clase, todos o por lo menos la gran mayoría pensó en alguna persona y en que objeto fabricarías si tuvieras qué hacerlo también, eso le comenzaba a dar un cierto grado personal a la clase.
A medida que iba pasando éramos testigos de los nacimientos de las primeras creaciones  y además de la creatividad e ingenio de mis compañeros para poder fabricarlos con recursos más bien limitados. Terminados los objetos se nos dio un tiempo para poder fotografiar a nuestros compañeros, que orgullosos mostraban sus creaciones.
Una vez concluida la sesión fotográfica todos los espectadores nos sentamos alrededor del círculo formado por los compañeros con sus objetos, se apagó la luz y se bajaron las cortinas, para así crear un también más íntimo. Ahora nuestros compañeros debían contarnos que era el objeto que habían creado y contarnos un poco de la persona que habían elegido.
Si bien no voy a detallar nada de lo contado por mis compañeros, creo que a pesar de que en un principio la actividad me pareció con la intención de forzar a la exposición emocional, el ambiente que se fue creando por parte de todos nosotros fue realmente único. El que nos permitieran conocer un poquito de la historia de cada uno, que en el fondo va definiendo quien se es como persona, fue  realmente emotivo y me dejó con corazón apachurrado con tanta mezcla de emociones, además nos permitió conocer un poco más allá de lo que la rutina estudiantil permite. Agradezco a todos mis compañeros que compartieron un poquito de su vida, por confiar en todos nosotros.











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