martes, 4 de junio de 2013

A darles colores, a darles vida!

Nuestra quinta clase consistía en darle vida y color a nuestras máscaras!.La clase se realizó en la sala Tomás fierro, como la anterior de confección de máscaras, pero esta vez estábamos todos juntos. Luego de acomodarnos en mesas por grupos y de reconocer las respectivas máscaras  empezó la ya conocida y nunca bien ponderada lluvia de indicaciones “traten de reflejarse en las máscaras” era esta vez la frase decisiva.
Mientras empezaba a correr los materiales como témperas, pasta muro, pinceles y lijas a través de las 2 mini salas, cada uno vivía su propia travesía para conseguir algo de material y así poder iniciar la tan esperada actividad de esta semana.
Previamente las profesoras nos habías recomendado que quienes quisieran agregar cosas extras a sus máscaras las trajeran esa misma semana, entiéndase por esto  lentejuelas, mostacillas y cualquier  otro material que sirviera para dar más sentido de pertenencia y un poco de parafernalia a la cosa. Por supuesto yo había olvidado todo eso y no fue hasta la misma clase que lo recordé, de manera que al verme en desventaja en cuanto a cantidad de recursos intenté crear un artefacto lo más presentable posible dentro de mis posibilidades y recursos.
Cuando por fin conseguí los materiales necesarios para comenzar, me encontré con la nefasta situación de no tener ni una sola idea dentro de mi cabeza de qué plasmar en la mascarita, así que comencé por lo básico, lijarla. Luego de una  lijada más bien extensa y bajo el consejo de mis compañeros que tenían más experiencia en el tema, comencé a aplicarle pasta muro para así crear una superficie más lisa y fácil de pintar.
Una vez seca la pasta muro, era el momento de comenzar a darle identidad a la mascarita. Comencé improvisando figuras con los colores que más me gustan y así poder plasmar de cierta forma ese sentido de “identidad” requerido por nuestra docente. Continué mezclándolos en un lado y en el otro, tratando de recrear una máscara lo más carnavalesca posible,  y sin darme cuenta como de un momento  a otro estaba terminada, o por lo menos eso creía yo.
Poco a poco mis compañeros iban terminando también, las máscaras de algunos de ellos no tenían la cantidad de capas de yeso suficiente y comenzaron a quebrarse. Muchos pudieron repararlas pero varios otros también, resignados, tuvieron que pedirle a la profesora algunos rollos de tela con yeso para así poder confeccionar una nueva en sus hogares.
Fuimos todos mutuos testigos del gran talento de algunos de nuestros compañeros como también del empeño y creatividad de otros, había máscaras de todos los colores y gustos, unas más vistosas y otras, como la mía, más bien sencillas. Entusiastas como de costumbre, varios de mis compañeros recorrían las salas  para así apreciar de mejor forma las recientes creaciones.
Luego de terminar nuestras mascaritas, alguno decidieron llevárselas a sus casa para así seguir afinando algunos detalles y otros decidimos dejarlas guardadas en la misma sala donde habían estado guardadas antes.


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